Broncearse a la mañana en la distendida costa de la Mansa, ver la puesta de sol al son del chill out en un parador de la Brava, cenar en un sofisticado restaurante de la Península, bailar hasta el amanecer en algún exclusivo boliche de La Barra. Viajar a Punta del Este es sinónimo de glamour y relax a lo largo de toda su extensión y a lo largo de todo el día. Su incomparable fusión entre lujo y belleza natural ha convertido al balneario uruguayo en uno de los destinos preferidos de jet set internacional y en la “Saint Tropez” de América del Sur, como muchos le llaman.
Durante la alta temporada (cuyo pico más intenso va desde fines de diciembre hasta mediados de enero), los ricos y famosos pueblan las playas, calles y resorts de Punta del Este, escenario de uno de los veranos más intensos de la región. Pero el balneario no solo es atractivo como el hot point estival: durante todo el año encanta a turistas de todos los perfiles con su variedad de atractivos.
Desde las playas agrestes de Punta Ballena y Portezuelo, pasando por la urbana Península hasta los balnearios boho-chic del Corredor Oceánico (La Barra, Manantiales, Montoya, José Ignacio), Punta del Este es en realidad varios destinos en uno, donde cada viajero encuentra su estilo disfrutando de instalaciones y servicios de primer nivel.
Si bien las playas son la gran estrella del balneario, Punta del Este es un destino que no deja de sorprender con su diversidad de propuestas. Los fanáticos de las compras encuentran las mejores tiendas en las calles más elegantes de la Península; los ecoturistas pueden explorar los tesoros de Punta Ballena, Las Grutas y las Islas Gorriti y de Lobos; los sibaritas disfrutan los mejores restaurantes del país; los seguidores del arte y la cuItura acceden a incontables espectáculos y galerías; los deportistas encuentran las mejores canchas de tenis y golf; las familias disponen de entretenidos paseos; los jóvenes desafían a las olas con sus tablas de surf y animan la movida nocturna.
Como destino costero, es durante el verano que Punta del Este resplandece. En otoño, invierno y primavera la ciudad despliega un perfil mucho más calmo, aunque mantiene varios servicios turísticos y hoteleros (a precios mucho más bajos) para los que prefieren viajar fuera de temporada.